Mad Max: Fury Road | Análisis. El Regreso Del Exceso

Cuando fui invitado a formar parte de este glorioso navío que surca el mar de la información, el S.S. Plusbits, me hice una promesa “Jamás escribir sobre algo que ya existiera en el blog”. Es una promesa que giraba en torno a la búsqueda tocar temas nuevos y frescos, una promesa que hoy me obligo a romper, porque me he dado cuenta que existen cosas de las cuales vale la pena hablar más de una vez, como es el caso de la maravillosa Mad Max, reseñada acá por el buenazo de Asaf López

Spoiler free, por encima Mad Max: Fury Road (2015) podría parecer una película potenciada por testosterona, incluso al espectador más ajeno al universo post apocalíptico creado (en su mayoría) y perpetuado por el australiano George Miller podrá creer que se trata de un largometraje Michaelbayeano. Sin embargo, detrás de explosiones espectaculares y secuencias de acción estremecedoras, Miller plantea una historia que se compromete a tocar temas muy necesarios en nuestros tiempos como lo son la equidad de género, la preservación de la naturaleza, la injusticia social y el extremismo religioso, y lo hace de una manera impactante.

La primera entrega de esta saga vio luz hace 36 años, y a pesar de haber alcanzado un estado de culto, decir que es una obra llena de acción sería un poco tramposo. No me sorprendería encontrar a alguien que pudiera encontrarla tan entretenida como ver la pintura secar. Mad Max (1979) balancea el drama policiaco con la acción y el romance, y el resultado es decente, pero lo mejor aún estaba a la vuelta de la esquina. El mayor mérito de la película radica en haber creado una franquicia que sería influencia de toda una generación por venir.

Hasta Regular Show se vio salpicado por la influencia de Mad Max
Hasta Regular Show se vio salpicado por la influencia de Mad Max

Para la segunda, Mad Max 2: The Road Warrior (1981), Miller, con la ayuda del escritor Terry Hayes y Brian Hannant, logró crear una historia más cercana al western, un western de ciencia ficción, en la cual nuestro héroe Max Rockatansky asumía el papel del forastero errante que llegaba al lugar correcto en el momento equivocado. Con un villano como The Hummungus, una tribu de sadomasoquistas freaks al volante y persecuciones a través de paisajes áridos, …The Road Warrior definió el festín visual que acompaña a la saga hasta nuestros días.

En Mad Max 2: The Road Warrior todo era polvo, gasolina y cuero.

Mad Max Beyond Thunderdome (1985) elevó el look comicbookero de la serie al presentar a villanos como Master Blaster, un enano sabio que usa a un gigante musculoso como transporte y guardaespaldas, y Auntie Entity, gobernante de Bartertown, una comunidad de supervivientes basada en el trueque. Además, Max se muestra más humano, con mayor disposición a sacrificarse desinteresadamente por los demás, por ende más vulnerable.

Hodor! HODOR!.

En la reciente Fury Road, Miller inyecta de 30 años de esteroides su propio universo. Los excesos no son pocos, y eso es una de las características más destacadas de esta superproducción. Por mencionar uno de mis favoritos: un automóvil equipado con tambores tribales, docenas de amplificadores y un guitarrista que musicaliza el ataque cual Cabalgata De Las Valquirias en Apocalypse Now, con un instrumento que es a la vez un lanzallamas. Yup, that happened. Pero la exacerbación no se encuentra sólo en la estética visual, la hay también en la excentricidad de sus personajes, en la narrativa, en la fotografía, y esto tiene como resultado la trasgresión de los cánones de las películas de acción contemporáneas, particularmente aquellas que como ésta cuentan con miles de millones de dólares para su producción.

No es la guitarra de Lolo.

Tom Hardy toma la antorcha que Mel Gibson dejó encendida treinta años atrás y da vida un solitario guerrero que, de nuevo sin quererlo, forma parte de una revolución. Charlize Theron da una actuación como Imperator Furiosa que merece un lugar especial en el panteón de las más grandes heroínas de la pantalla grande. Por su parte Nicholas Hoult como Nux y Hugh Keays-Byrne que regresa de a la saga como Immortan Joe, son antagonistas por demás satisfactorios, el último en lo particular memorable no solo por su personalidad megalomaníaca y su outfit punk post apocalítico, sino también por ser la encarnación de todo mal social que aqueja a la sociedad contemporánea.

Immortan Joe y sus Warboys, que viven para morir con gloria de la batalla.
Immortan Joe y sus Warboys, que viven para morir con gloria de la batalla.

Escribí atrás sobre como Fury Road trasgrede cánones y aborda a trama con tintes feministas, y Miller parece especializarse romper esquemas, después de todo, en la original Mad Max presenciamos la muerte de una madre y su bebé bajo las ruedas de una pandilla de motociclistas. Algo que se agradece en esta secuela es la forma en que hombres y mujeres se enfrentan a muerte por igual. Una mujer es tan capaz de tomar un rifle y disparar a los “War Boys” como de morir bajo las llantas del War Rig, y es en esa confrontación en que la igualdad entre géneros se vuelve una herramienta narrativa que empuja a esta película de acción a terrenos poco explorados por el Hollywood contemporáneo.

Guapas y mortales.

Otro aspecto a destacar es el protagonismo que cobra el entorno. La inmensidad de los desiertos de Namibia, país africano en donde se rodó la producción, enmarca con una belleza poco antes vista la acción explosiva y las elaboradas secuencias que, cabe destacar, de CGI tienen muy poco. Las acrobacias suicidas que ensalzaban a sus predecesoras continúan manteniendo al espectador en el filo del asiento en esta última entrega.

El War Rig es otro protagonista de la película.
El War Rig es otro protagonista de la película.

Con una maestría narrativa y técnica, el australiano y todo su equipo de producción logran armar una épica de carretera espectacular que merece más de una vista, porque tiene más de un nivel de lectura. Entre el caos, la sangre, el fuego, la arena y los motores de diesel, Mad Max: Fury Road es una película con mucho que decir, si uno está dispuesto a escuchar.