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Mucho se habla de autores como Poe, Nietzsche y otros que se han matado o vuelto locos al escribir sus libros pero ¿Qué hay de aquellos que pasan desapercibidos? Pues los más conocidos nos son los únicos, y al investigar un poco he descubierto un libro titulado “Antología de poetas suicidas” , de Jose Luis Gallero y no sólo ese sino también “Suicidas: antología” de Ópera Prima.

Es en el primero y en muchos otros textos en los que se ve reflejada la inquietante pero común y claro la casi comprobable predisposición de los escritores y sobre todo poetas por autodestruirse . Estos dos libros como muchos otros hace un recuento de poetas que se han quitado la vida a lo largo de los años y cuyas muertes pueden ser renombradas o no, algunos inlcuso no son poetas realmente conocidos.

Pero según  conjeturas de los autores de estas obras a partir de sus últimos poemas o borradores encontrados, llevan a pensar que sus suicidios son fruto de la depresión, sí esa enfermedad que aqueja a muchos poetas, ¿Es que acaso creen que escriben de amor sólo porque sí? Yo en lo personal , no conozco poeta alguno que no tenga cierto grado de depresión.

Así que no tiene nada que ver con algo estrafalario, el genio o la creatividad. Ni siquiera con el éxito obtenido por un autor lo que le lleve a suicidarse, sino con sus propios demonios internos.

Entre los suicidios de poetas podemos destacar algunos como el de Pedro Csariego que se lanzó a las vías del tren allá por 1993  o él de Alfonsina Storni, una poetisa Argentina a la que le detectaron cáncer de mama, lo que le llevó a una depresión profunda y esta a arrojarse al Mar de Plata, dejando que su cuerpo se hundiera hasta el fondo.

O ahora que están de moda las culturas de Oriente , Yukio Mishima un japónes que decidió honrar a sus ancestros y practicar su Harakiri emulado también por Emilio Salgari de una forma un poco más grotesca , el decidió que era buena idea rebanarse el cuello con una navaja de afeitar.

Pero para que me voy tan lejos si Manuel Acuña, uno que les aseguro  a todos leyeron en sus libros de español de la primaria que se tomo un vaso completito de cianuro de potasio pero no sólo eso su muerte acarreo la de una poetisa mexicana Laura Mendez de la Cuenca que como cosa curiosa se murió en una Escuela de Medicina el mismo día que él un lejano 6 de diciembre de 1873.

Algunos más románticos como el colombiano José Asunción Silva, se pegaron un tiro directo al corazón. Claro no faltan los locos y lo que obtuvieron un suicidio fallido y terminaron en centros psiquiátricos como José Cuesta, un escritor mexicano que fue internado en un sanatorio y pues logró su cometido colgándose de los barrotes de su cama.

Lo sé, puedo sonar grotesca y que poco importa, pero hasta para suicidarse hay que tener estilo. Y en estas fechas en que se acercan las celebraciones a los muertos y prácticamente en cada escuela mexicana se pide un altar ¿Por qué no elegir uno de esos poetas? No hay que olvidarlos, fuera cual fuera la causa por la que decidieron dejar de pisar la tierra.