El 3 de diciembre de este año, durante el evento Playstation Experience, Naughty Dog (compañía desarrolladora de videojuegos icónicos de Playstation como Crash Bandicoot, o la serie Uncharted) reveló el tráiler de la segunda parte de The Last Of Us.
La noticia causó gran conmoción entre la comunidad videojugadora pues The Last of Us ha sido uno de los juegos más alabados de los últimos cinco años, no sólo por su atractivo gameplay que combina acción, survival y sigilo de un modo ejemplar sino por su gran narrativa (en Plusbits le hemos dedicado un par de reseñas, pueden leer una de ellas aquí).
El videojuego cuenta la travesía de Joel y Ellie en busca del grupo rebelde Fireflies a través de un Estados Unidos arrasado por un hongo que convierte a los humanos en caníbales sin inteligencia (zombies, pues, aunque en el juego jamás se les llama así). La historia es excepcional en cuanto al desarrollo de la relación entre los protagonistas e, incluso en cuanto a trama, que es bastante redonda y completa, por lo que, en mi opinión, The Last of Us no necesitaba una secuela.
Al inicio me oponía fielmente a la idea de una segunda parte del videojuego. Historias que se alargan innecesariamente no suelen terminar satisfactoriamente (HIMYM, Dexter, The Hobbit, Matrix… la lista continúa). Pero como amante de The Last of Us no pude evitar ver el primer tráiler de la secuela y puedo decir que no estoy decepcionado sino todo lo contrario. Lo comparto aquí para que lo vean:
Parece ser que en esta ocasión The last of Us Parte II nos pondrá en el papel de Ellie, y que en lugar de una historia de esperanza (la esperanza de una cura) se tratará de una de venganza.
Muchas dudas, por supuesto, surgen del tráiler. No queda claro qué está intentando vengar Ellie (teorías sobran) o cúanto tiempo ha pasado desde los eventos de The Last of Us. Pero sí deja ver, por ejemplo, que el mundo es el mismo: un mundo en ruinas donde la violencia (no sólo de los “zombies”) prevalece, e incluso es necesaria si se quiere sobrevivir.
Crucemos los dedos para que Naughty Dog no pierda esa genialidad con que nos ha ganado a lo largo de los años. De cualquier forma, espero con ansias esta segunda parte de The Last of Us.
Spotlight o En primera plana (por su nombre en México) es una película sobre periodismo. Vendida así, a muchas personas no les parecera muy atractiva la idea. No muchos quieren ver una película sobre un montón de tipos sentados frente a un ordenador en una oficina con escritorios llenos de recortes y números telefónicos, y que salen de vez en cuando, libreta en mano, a cuestionar a personas sobre sus pasados dolorosos u olvidados. Y hay mucho de eso en Spotlight, pero no lo es todo. Decir que el periodismo es simplemente esto, es simplificar la noble labor de las personas a quienes esta película exalta: a los periodistas.
Spotlight trata sobre un grupo de periodistas del Boston Globe quienes comienzan a investigar varios casos de pederastia dentro de la Iglesia en Boston, luego de que el nuevo editor, Marty Baron, se los sugiere/ordena. La película está basada en el caso real del grupo homónimo a la película que en 2002 lanzó a la luz su investigación, ganando así el Premio Pulizter en 2003. Ya lo decía un personaje de nuestras películas favoritas “Esto es lo que pasa cuando una fuerza imparable choca con un objeto inamovible”. La fuerza imparable es nuestro grupo de periodistas dándose de bruces contra el objeto inamovible: la Iglesia, elemento fundamental de la cultura occidental desde tiempos muy remotos, poseedora de un poder indiscutible a nivel mundial.
La película es maravillosa. Los tipos sentados frente sus escritorios toman sus cosas y salen a las calles a inquirir, a establecer relaciones que no siempre terminan bien, al mismo tiempo que tocan fibras en la sociedad que nadie quiere que toquen; se involucran en el caso, y el espectador termina por sentir lo mismo. La tensión va subiendo gradualmente conforme avanza la película, y la aparente (aunque realmente inexistente) monotonía de las oficinas comienza a perderse al mismo tiempo que se van develando nuevos casos de pederastia, encontrando nuevas pistas.
Gracias a una actuación genial por parte de Mark Ruffalo (mi personal favorito), Michael Keaton,Rachel McAdams, Liev Schreiber, entre otros; a la dirección de Tom McCarthy (The visitor, Win Win), quien demuestra su habilidad nuevamente; y a un guion hábil que sabe combinar humor (bien medido) con suspenso (no el género, obviamente, sino el efecto) y drama, ésta película perfila a convertirse en una de las mejores películas sobre medios de los últimos tiempos, y en una de las mejores de 2015.
Habiendo dicho todo esto debo entonces, elaborar un poco mi frase inicial. Sí, Spotlight es una película sobre periodismo; pero también es una película sobre muchas más cosas: sobre la podredumbre de un sistema vigente desde hace siglos, sobre conflictos internos, sobre relaciones, sobre hipocresía, redención, justicia y, sobre todo, esta es una película sobre la verdad; sobre poner debajo de la luz las cosas que hacen mal a la sociedad y hacer algo por mejorarlas.
A casi todos nos gusta ir al cine. Es indiscutible. Hay algo de especial en la inmersión que causan las enormes imágenes en la pantalla y el aura oscura que rodea a los espectadores que van a divertirse o a deprimirse o a olvidar sus problemas o a sentirse mejores consigo mismos por estar al tanto de los últimos estrenos.
Por supuesto, uno siempre va con el afán de pasar un buen rato y, sin embargo, nunca falta la persona en la sala que no conoce las reglas de etiqueta del cine. Sí, todos lo hemos visto, ese personaje molesto a quien no le aventamos nuestras palomitas en la cara solo porque a) somos pobres y no compramos palomitas; o b) nos han enseñado a ser tolerantes… bueno, no-violentos. Aquí, la lista de los que yo considero los clásicos tipos molestos en el cine (no precisamente en orden de importancia):
El pezuñas
Una cosa es entrar tranquilamente con tu hotdog, tus palomitas y tu refresco a la sala y comerlas en silencio, sin molestar a nadie. Pero nunca falta quién entra a la sala con una bolsa de chicharrones que truena cada vez que una mosca se para sobre ella, o quienes sorben el popote como si de verdad les hiciera falta aire. Incluso este panda come con más propiedad:
El incómodo
Aquí distingo tres tipos de persona: el que llega tardísimo a la sala y te interrumpe cuando ya estás bien entrado en la trama para que lo dejes pasar a su lugar. Similarmente, el vejigapequeña que no fue al baño antes de la función y tiene que salir y regresar (y luego anda preguntando qué se perdió). Por último, el tipo que trae unos pantalones súper ajustados (o algún motivo equis) y, por lo tanto, anda revolviéndose en su asiento como Sid en la piedra. Este último individuo siempre termina por patear tu asiento de enfrente, sacándote temporalmente de aquel mundo fílmico en el que estabas sumergido.
La parejita
No voy a generalizar. Claro que hay parejas que van al cine a ver las películas (y a dejar que los demás las vean), pero hay otras que van a aprovechar que hay oscuridad y que todo el mundo tiene la vista al frente. Quizá no se percatan de que también existe algo llamado vista periférica y que los movimientos de manos siempre atraen atención, inevitablemente. Además, los sonidos de choques de labios con saliva y lengua no son muy discretos que digamos.
El equivocado (de género)
Nada sobre sexualidad. Pasa que estás viendo un thriller que te tiene sentado al borde del asiento (por usar el lugar común, aunque yo jamás he visto a nadie sentado al borde de su asiento, quizás porque ahora son más cómodos que cuando se acuñó aquella expresión) pero un tipo seis butacas más allá tiene la impresión de estar viendo una comedia. Entonces, cada que pasa algo terrible en el filme, el tipo se ríe y provoca que los demás no sepan qué carajos hacer, porque quizás debería ser gracioso, y… bueno… uno se siente ignorante. Claro, la mayoría de las películas, por más “serias” que sean, tienen un elemento de alivio cómico… pero hay que saber diferenciar. No todas las películas son cómicas. Neta…
El comentarista (o Martinoli del cine)
Uno de mis favoritos. No porque lo disfrute, sino porque éste es infalible. Siempre existe: es el alfa, el omega y lo de en medio de la historia del cine. Aunque tú también la estés viendo, te narra la película desde su butaca. Hace comentarios del tipo “¡Ah! ¡Es su papá!” (justamente cuando Darth Vader le acaba de confesar está terrible verdad a Luke) o “se está abrochando la camisa porque va a salir a la calle”. Bueno, yo en lo personal no me abrocho la camisa cuando estoy a punto de meterme a la cama o a bañar, pero gracias por la útil información. También hace preguntas sobre cosas que acaban de pasar o que todavía no podemos saber. Ejemplo: “Pero ¿por qué lo mató?” R: “Bueno, no sé, es la primer secuencia de la película. Quizá si vemos TODA la maldita película nos enteremos más tarde.”
El roncador
Casi nunca falta el que se queda dormido. El acto en sí mismo no tiene nada de despreciable, y hasta es comprensible: todos necesitamos el descanso. Además, ya hemos hablado de la comodidad de algunos asientos y el ambiente oscuro de las salas de cine que no sólo incitan a actos ilícitos (en el espacio público) sino a descansar. Lo malo es cuando la persona comienza a roncar. No pasa nada si estás viendo una película de monstruos o de aliens, pero supongamos que estás viendo Billy Elliot (en el caso hipotético de que la vuelvan a pasar en el cine). Entonces sí es necesario sacar las palomitas (que no compramos porque somos pobres) y probar nuestra “vieja puntería”.
El adicto
El siglo pasado fue el de la cocaína y el LSD. Éste, más bien, es el de la tecnología. Parece ser que estar cinco minutos sin revisar tus redes sociales causa tanto terror cómo la chancla de una madre o Nosferatu en sus tiempos. En la sala de cine, nunca falta el tipo que cada cierto rato prende su celular para contestar el WhatsApp (o Telegram, dependiendo del nivel de hipsteridad) o que contesta una llamada a mitad de la película. Yo no sé si sepan que su celular tiene una luz integrada en la pantalla que no sólo ellos pueden ver y que es molesto para la audiencia que está detrás de dicho sujeto. También pueden ponerlo en silencio, si son tan amables.
El hater
El hater es aquel qué nada más se está quejando de los demás espectadores y callándolos a cada rato. También hace su trabajo de odiar desde el ordenador en su casa y escribe entradas sobre cómo las personas no saben ir al cine y cómo lo ideal sería tener un cine privado con un solo asiento.
Todos hemos hecho alguna vez alguna de estas cosas (o conocemos a alguien que las hace) y espero que estemos arrepentidos. Les recuerdo que no están en su casa (por más cómodos que estén los asientos), sino en un espacio público y hay que comportarse como tal. Ya lo dice la regla de oro: “trata a los demás como quieres que te traten” y bueno, a nadie nos gusta que nos molesten en nuestra agradable experiencia estética fílmica. Sí, bueno, me van a decir: “ pos si no te gusta, vete a tu casa, ese”; pero les recuerdo que todas estas cosas contra las que me quejo también las pueden hacer en sus casas, sin molestar a nadie más. Quiero decir: sí, comenten, coman, bésense, ríanse, muévanse, duérmanse y revisen sus mensajes en el cine, pero traten de hacerlo lo más disimuladamente posible, teniendo un poco de respeto por el espacio y la concentración del prójimo, que ha ido al cine a pasar un buen rato.
Siéntanse libres de comentar acá abajo sobre qué otro tipo de persona molesta se han hallado en el cine.
Acabo de terminar de jugar Braid por segunda vez y estoy incluso más confundido que la primera. Eso es Braid, un juego de plataformas que al final te deja una sensación extraña.
El juego fue diseñado por Jonathan Blow y salió a la venta para Xbox 360 en 2008, la popularidad y excelentes puntuaciones que alcanzó en dicha plataforma resultó en su lanzamiento para Windows, Mac, Playstation 3 y Linux. Ahora hay Braid para todos y esto es fabuloso, puesto que es un juego imperdible.
El gameplay es relativamente sencillo: te pone en el papel de Tim, cuya relación con la princesa a la que estas buscando no está bastante clara. Tim es un pequeño hombrecillo que avanza en un mundo en 2D. Tim puede retroceder en el tiempo. Puede decirse que el objetivo principal del juego es recolectar piezas de rompecabezas para poder desbloquear el siguiente cuarto. Sí, hasta ahora suena como una rara mezcla entre Mario Bros. y Prince of Persia. Sin embargo, pronto olvidas tus primeras impresiones. Braid no es como nada que hayas jugado antes.
Tiene un diseño visual único, realmente agradable, combinado con una banda sonora excelente que se ve también afectada por los cambios en el tiempo. Y pude decirse que en Braid el tiempo lo es todo. Entre otras cosas, puedes retroceder en el tiempo ilimitadamente y usar esto para resolver los puzzles que sinceramente pueden resultar frustrantes. Pero tambien, te hallarás con un anillo que te permite ralentizar el tiempo y con algunos escenarios donde el mundo se mueve en reversa o sólo avanza si tu avanzas. La mayoría de las veces el tiempo (manejarlo a conveniencia) es escencial para resolver los puzzles. Les advierto, Braid los hará sentir frustrados (o sentirse idiotas) en más de una ocasión; pero la sensación de satisfacción cuando finalmente das con la clave para resolver un puzzle es irremplazable.
Sobre la historia… leer los largos párrafos que se muestran al inicio de cada cuarto y durante el epílogo es opcional. Puedes simplemente pasarlos de largo si lo único que quieres es sentirte inteligente resolviendo puzzles o manipular el tiempo un rato. Y bueno, seguramente leer los párrafos te dejará tan confundido como a mi. La historia tiene muchas posibles vertientes… no es una historia lineal… el juego ni siquiera empieza en el capítulo 1 (si puede llamarsele capítulo). Al final, el jugador es quien le da el significado que quiere al juego. Yo, por mi parte, la primera vez que lo jugué (hace dos años) creía que el juego hablaba sobre el perdón y el olvido. Hoy ya no lo sé.
Si te gustan los videojuegos que representan un esfuerzo mental y no solamente visual o en los pulgares, o si crees que los videojuegos sólo tratan de dispararle a fulanito en la cara, o si extrañas aquellos juegos en 2D en los que para “matar” a un “malo” sólo era necesario saltar sobre él, corre a comprar este videojuego. En resumen, Braid es un gran juego. Divertido, bonito, confuso, te deja con una terrible sensación de que hay algo perdido en tu vida ¿Qué más puedes pedir?.
Sí, a mi parecer Zack Snyder hizo un gran trabajo adaptando a la pantalla grande la novela gráfica de Alan Moore Watchmen, e incluso me parece que Snyder tiene algunos puntos a favor, pero no vengo aquí a hablar de pantallas y palomitas (no esta vez) sino de papel y tinta. Y cómo esto es simplemente una reseña y no un trabajo académico comparativo entre adaptacion y original, me parece necesario aclarar de una vez que aquí hablaré meramente del cómic.
Watchmen, el cómic.
Debo aceptar que no soy ni seré jamás un experto en cómics, y que mi primer real acercamiento a este medio narrativo que muchos miran con desprecio fue la serie de The Walking Dead que, me parece, sigue aún saliendo mensualmente. Sin embargo, un día llegó a mis manos un ejemplar del primer volumen de la serie Before Watchmen. Leí con cierto interés la historia de los Minutemen, la primer generación de héroes enmascarados.
Los cómics de superhéroes nunca han sido lo mío; me molesta aquello de los multiversos y que cada dos días (exagerando) salga una serie nueva de un mismo héroe que viene existiendo desde la Segunda Guerra Mundial. Minutemen me agradó. Había algo terriblemente realista en él. Y así, habiendo leído primero la precuela, decidí comprarme la novela gráfica Watchmen por un accesible precio de $250 aprox.
La trama, por supuesto, no es tan sencilla como decir que Watchmen es una novela negra en la que el detective llamado Rorscharch trata de averiguar quién ha asesinado al Comediante. Tampoco se trata de una mera historia de superhéroes que tratan de derrotar a un antagonista o de impedir la guerra nuclear mundial cuya sombra amenazadora se cierne sobre el mundo ficticio de Moore.
Sí, la historia de Watchmen gira en torno a un grupo de héroes enmascarados, y el conflicto se desata luego del asesinato del Comediante pues Rorscharch teme que alguien esté tratando de deshacerse del grupo formado por Silk Spectre, Mr. Manhattan, Ozymandias, Nite Owl y el mismo Rorscharch, pero hay algo más ahí… en lo terriblemente similar que és el mundo oscuro de Watchmen a nuestro propio mundo, en la violencia de las calles que nuestros heróes trataron de erradicar antes de que el Acta Keene les prohibiera salir enmascarados a luchar contra el crímen, en la amenaza inminente de una guerra y el miedo a ella, en las decisiones que toman los pocos a favor o contra los muchos.
No sé qué fue lo que más me gustó de Watchmen, y todavía no lo he decidido, pero cada vez que lo releo hay algo nuevo en él. Y si han oído hablar sobre algo llamado arte saben entonces que esto pasa regularmente con las obras dignas de llevar esa etiqueta. Quiero decir, no sé qué fue lo que más me gustó, si la magnífica historia de Alan Moore, o los dibujos llenos de detalles de Dave Gibbons, o el montaje de las imágenes, que recuerdan más al cine que a cualquier otra forma narrativa. Las imágenes se van yuxtaponiendo, junto con los diálogos y forman un efecto muy especial, metáforas únicas.
Moore crea en el lector una angustia terrible, un dilema moral sobre el verdadero valor de la verdad. Y es esta sensacion final, que se va construyendo a lo largo de toda la novela gracias a cada uno de los elementos que la conforman, la que hacen que Watchmen sea una obra imperdible para todos los amantes no sólo de los cómics, sino del cine, la literatura, o las historias en general.
En 1950 el hombre todavía no había pisado la Luna. La ciencia ficción estaba tan vigente qué nombres de la talla de Isaac Asimov, Arthur C. Clarke o Philip K. Dick rondaron aquel año en que las Crónicas Marcianas vio la luz de los anaqueles en las librerías. No sólo es el primer libro publicado por Bradbury, sino que es considerado uno de los mejores. Yo no vengo a negar esto; vengo a corroborar su genialidad.
Definir Las crónicas marcianas no es algo sencillo. Habrá quienes digan que es un simple libro de cuentos, otros defenderán su carácter novelistico. La confusión parte de que el libro de Bradbury es un libro de cuentos que se relacionan entre sí, al girar todos cronológicamente sobre un mismo acontecimiento: la colonización de Marte por parte de la raza humana. El libro consta de 26 cuentos; el primero se situa en 1999 y narra el lanzamiento de la primer expedición humana hacia Marte; el último se sitúa en 2026. Los cuentos, suelen interrelacionarse entre sí y algunos personajes aparecen ocasionalmente en más de un cuento, sin que esto les otorge protagonismo, creando así una verdadera crónica sobre el humano en Marte.
Desde la plantación de árboles en Marte hasta un tributo a Edgar Allan Poe en el cuento Usher II, cada cuento tiene una temática propia que sin embargo jamás deja la historia marco, así como personajes con personalidades propias: un padre preocupado por sus hijos, un marciano celoso, una pareja de ancianos anclados en el dolor de haber perdido a un hijo y que viajan a Marte para comenzar de nuevo, una guerra nuclear.
Bradbury debe recurrir a imágenes terrenales para que el lector pueda crear dentro de su mente este paisaje surrealista y maravilloso de lo desconocido y lo logra de un modo tan eficaz, que de pronto perdemos la sensación de estar en la Tierra. Nos volvemos niños, exploradores; nuestra capacidad de asombro vuelve a nosotros. Pero también nuestra empatía, nuestra capacidad de reflexión ¿Acaso no somos nosotros, para los marcianos, los alienígenas? ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el ser humano para saciar su ego y su ambición?
El libro es una lectura obligada para todos los amantes de la ciencia ficción y quizá una lectura necesaria para todos los amantes de la literatura en general, puesto que muestra de un modo original y bastardamente inteligente al ser humano en toda su ambición, ego, miedos, astucia, crueldad. Crónicas marcianas estará por mucho tiempo anclada a las listas de libros imperdibles; quizá hasta que al ser humano ya no le esté permitido soñar y haya una gran quema de libros cuyo humo se eleve hasta el cielo, donde un Marte lejano nos recordará todo lo que está perdido, o que está por perderse.
Mañana, 12 de febrero de 2015, se estrena en salas mexicanas la película 50 sombras de Grey. Me parece que está demás explicar de qué va esta película, pero lo haré de todos modos por si tenemos entre nuestros lectores a algún cavernícola o a alguien demasiado hipster.
50 sombras de Grey es una adaptación de la novela homónima de E.L. James, la cual forma parte de una trilogía. Dirigida por Sam-Taylor Johnson (conocida por Nowhere Boy, película sobre la vida de John Lennon), 50 shades of Grey narra la historia de Anastasia Steele (Dakota Johnson), una estudiante de literatura inglesa a punto de graduarse. Anastasia Steele conoce a Christian Grey (Jamie Dornan) cuando su roommate Kate la envía a entrevistarlo. Christian Grey es un joven multimillonario acostumbrado a estar en control de todos y de todo (y que además tiene un complejo de Edipo terrible) y que siente algo extraño cuando ve a Anastasia. Sí, adivinaron, luego empiezan a salir y ella poco a poco se va dando cuenta de los fetiches del señor don Christian Grey.
Les digo todo esto por que no arruina nada en la trama, de hecho en la trama no pasa mucho. Escuché por ahí que 50 Shades of Grey es “porno para señoras”, y podría decir que sí, que la trama es solo una excusa para el sexo y por ello es un poco lineal y sin un climax marcado, además el cliffhanger (recuerden que es una trilogía) no te hace querer leer el segundo libro por que no puedes esperar a que salga la segunda película. Los personajes evolucionan de un modo un tanto injustificado y siempre nos van a recordar a los protagonistas de la saga Crepúsculo (cabe destacar que 50 shades of Grey surgió como una obra de fanfiction basada en dicha saga). Una chica inocente se enamora de un tipo rico que tiene un piano en su sala y que además es misterioso y le pide que se aleje de él porque de lo contrario le terminará haciendo daño; neta, eso ya lo habíamos visto.
En cuanto al lenguaje cinematográfico, está lleno de clichés y se vuelve predecible y simplón. Hay tomas que se repiten innecesariamente y la película bien pudo durar media hora menos sin perder nada importante –¿en serio son necesarias más de 10 escenas iguales en las que Anastasia Steele se muerde el labio?. Bueno, no todo en la película es malo. En lo personal, me parecieron elegantes algunos escenarios y muy visuales, pero nada que no puedas hallar en una película que sí tenga una buena trama. Por otro lado, la belleza corporal de los protagonistas siempre es bien apreciada, pero eso es un logro de los actores y no de la película. La música (compuesta por Danny Elfman) también es rescatable.
El título original del libro es 50 Shades of Grey y (voy a decir esto, en caso de que alguien no lo sepa) trata de hacer un juego de palabras entre Grey (el nombre) y gray (gris) palabras homófonas en su idioma original. Pues de ese color es la película: gris. Si el blanco fuera bueno y el negro malo –vamos a hablar con clichés aquí, ya saben que todo en esta vida es subjetivo– esta película es de un gris oscuro. En general no pasa nada, nada interesante, nada que te haga maravillarte –si acaso la figura de Dakota Johnson o la mirada de Jamie Dornan, pero ya dije que nada de esto es un logro fílmico–, nada que te haga sentir repulsión total. En pocas palabras, esta obra, no es arte. Un fenómeno cultural, sí. Entretenida, sí, a ratos. Pero olvidable, como el Harlem Shake o el Ferras cuyas visitas en Youtube disminuyen cada vez que alguien respira. Gris, gris oscuro.
Jim Jarmusch le ofreció al mundo en 2013 la cinta Only Lovers Left Alive y que ronda las salas mexicanas desde el año pasado como parte de la 57 Muestra Internacional de Cine. Escrita y dirigida por Jarmusch, la cinta cuenta la historia de Adán, un músico underground deprimido que vive encerrado en su casa en Detroit (encarnado por el carismático Tom Hiddleston en uno de sus papeles más brillantes y serios), y su esposa Eva, que vive en Tanger (llevada a la pantalla bajo la apariencia y actuación de Tilda Swinton).
En realidad Adán y Eva son vampiros que dejaron hace tiempo la grandiosa costumbre de alimentarse directamente de los humanos, pero que consiguen la sangre (que los pone en un estado orgásmico) como si fuera droga: por medio de terceros. Adán tiene un contacto en un hospital que le vende la sangre (Jeffrey Wright) con quien se presenta bajo el pseudónimo de “Dr. Fausto”; y Eva tiene un amigo vampiro en Tanger llamado Cristopher Marlowe (sí, el escritor isabelino que escribió Dr. Faustus y que murió acuchillado en una riña de cantina, actuado por John Hurt) que le suple la sangre. Ambos amantes, tan separados y llenos de decepción por el mundo y los humanos (a quienes llaman “zombies”), deciden volver a juntarse y Eva viaja a Detroit.
En la cinta también aparecen Anton Yelchin, que interpreta a Ian, el único amigo (¿?) humano de Adán; y Mia Wasikowska (bellísima, como siempre) que le da rostro a Ava, una incontrolable vampira y hermana de Eva.
Es una película brillante, en realidad (por fortuna, la película brilla por sí misma y no es necesario ponerle diamantina a los vampiros cuando el sol los toca). Está llena de humor negro y ambientes oscuros y gotícos que agradarán a los cinéfilos darks. Además, la música compuesta por Adán es extrañamente atrayente y placentera y el resto del soundtrack también nos mete en el ambiente que Jarmusch probablemente quería crear. Si acaso es un poco lenta, la lentitud es siempre recompensada por momentos extraordinarios en su trama y por escenas hermosas de alta calidad.
¿La recomiendo? Sí. Le doy un 8 de 10. Los amantes del género vampírico la disfrutarán, y los hipsters y haters de la humanidad se sentiran identificados con los personajes. Los demás la gozarán por que es buena.
Les dejo el tráiler, como siempre, de cualquier forma:
Producida y dirigida por Angelina Jolie, Inquebrantable es un drama bélico basado en una historia verídica, que cuenta las vivencias del atléta olímpico Louis Zampieri (fallecido este 2014 e interpretado por Jack O’Connell) durante la Segunda Guerra Mundial. Luego de romper un record mundial de atletismo, Louis, de ascendencia italiana, debe incorporarse a las fuerzas armadas de los Estados Unidos como bombardero. Es aquí donde empieza la película, in medias res, con una escena que muestra a Zampieri en un avión junto a sus camaradas sobrevolando campos enemigos y siendo atacados.
La película empieza bien. El pasado nos viene a ratos en forma de flashbacks, intercalados con las escenas bélicas, creando un contraste efectivo entre los buenos tiempos llenos de esperanza y el miedo a la muerte de la guerra. El pasado nos muestra un Louis Zampieri confundido y rebelde que pronto halla, gracias a su hermano Pete, una forma de purgar sus frustraciones: el atletismo. Más tarde, vemos a Louis entrenando para seguir su sueño: correr en las olimpiadas de Alemania y, más tarde, las de Japón. Pero la guerra y la declaración de guerra de parte de Japón hacia Estados Unidos, hacen que el sueño de Zampieri quede frustrado. En una de sus misiones, el avión de Zampieri, pilotado por su amigo Russell Phillips (Domhnall Gleeson) se estrella en el mar, y es aquí donde empiezan los verdaderos problemas.
La película pierde un poco de ritmo al avanzar, pero sigue siendo atractiva (el guión es en parte hecho por los Hermanos Coen) ya que vemos las adversidades que Zampieri debe de pasar durante esta época de su vida, en el naufragio y más tarde, en un campo de prisioneros en Japón resguardado por el sargento Mutsuhiro “The Bird” Watanabe (interpretado por el músico japonés Miyavi).
La fotografía a cargo de Roger Deakins, le ofrece muchísimo a la película ya que hay tomas extraordinarias. Sin embargo, la música pasa un poco desapercibida, y falla en crear en la audiencia emociones profundas. En general, la película no profundiza mucho en las emociones de los personajes, aunque había material para ello. El énfasis está más en la violencia, en los golpes, en lo físico; y quizá esto es lo que le falla: no logra una verdadera empatía con el personaje.
El 2014 nos ofreció grandes títulos como Boyhood, Whiplash, Interstellar, Foxcatcher, Guardians of the Galaxy o American Sniper, algunos de los cuales no llegarón o llegarán a México sino hasta 2015. Inquebrantable no entra dentro de este club, al lado de las geniales obras de Linklater, Damien Chazelle, Clint Eastwood y otros, pero estuvo cerca.
¿La recomiendo? Sí. En general tengo una aversión hacia las películas biográficas, pero esta vale la pena, por la fotografía, más que nada, pero también por que tiene grandes momentos, inspiradores.
The Theory of Everything es otra de esas películas biógraficas sobre personajes célebres de nuestros tiempos: narra la historia del físico, cosmólogo y escritor Stephen Hawking (conocido por sus teorías de los hoyos negros como fuentes de radiación y su libro Una Breve Historia del Tiempo) y de Jane Hawking (conocida por ser la esposa de Stephen Hawking y por una biografía de su vida con él).
Claro que ser físico no es una tarea sencilla, y mucho menos después de padecer esclerosis lateral amiotrófica: una enfermedad causa parálisis gradualmente; ciertamente, ser la esposa de un físico con dicha enfermedad es no menos complicado y The Theory of Everything nos muestra las dificultades de ambas cosas.Es una historia de amor, en parte, pues narra cómo ambos protagonistas se conocieron y cómo se fueron enamorando, pero también es una historia de perseverancia y lucha, pues muestra las adversidades que tanto Stephen como Jane enfrentan por culpa de la enfermedad de este.
Sí, la historia amorosa conmueve a ratos y el carisma de Stephen Hawking le roba sonrisas a la audiencia con sus ocurrencias, pero uno también sufre con los personajes y entiende un poco mejor sus vivencias. La película desata a ratos (no voy a mentir diciendo que todo el tiempo) una oleada de sentimientos lograda gracias al trabajo de James March como director, a la mùsica, la fotografía, y a las geniales actuaciones de Eddie Redmayne (a quien probablemente recuerden cantando como Marius Pontmercy en Les Misérables) y Felicity Jones (uno de mis pocos crushes del cine), quienes nos demuestran que poseen un gran talento para ponerse en los zapatos de otros en la gran pantalla. La actuación de Eddie Redmayne como Stephen es sencillamente espectacular y su parecido con el Hawking real es destacable.
Ahora, dejando de lado las objetividades, quiero decir que yo disfruté la película, aunque no tanto como hubiera deseado. La trama se vuelve lenta o inatractiva en ocasiones y el hecho de que Felicity Jones parece nunca envejecer (de no ser por su vestimenta quizá no lo hubiera notado) le resta verosimilitud al filme.
Fuera de eso, es una película entretenida y muy humana, que logra transmitir amor y desesperación, diversión y empatía. Además, es un buen acercamiento a uno de los personajes más populares de nuestros tiempos (pero, ¿qué es el tiempo?).
Dejo acá el tráiler (que, por cierto, revela varios detalles importantes de la trama):
Boyhood es, sin lugar a dudas, una de las mejores pelìculas de 2014 (aunque en México se estrenará hasta este 1 de enero de 2015). Escrita y dirigida por Richard Linklater, es un proyecto ambicioso que logró estar a la altura de las expectativas que había creado e incluso superarlas.
Boyhood tardó 12 años en grabarse, aunque interrumpidos, ya que Linklater toma a Ellar Coltrane desde que era niño y lo pone en el papel de Mason, protagonista de Boyhood. Es Ellar Coltrane quien interpreta a Mason durante los 12 años de la grabación. Lo mismo aplica para los otros protagonistas de la película: Ethan Hawke (como el padre) Patricia Arquette (como la madre) y Loreleine Linklater (como Samantha, hermana de Mason). De este modo, el proyecto de Linklater tumba la convención cinematográfica de cambiar de actor cuando hay una elipsis temporal en la trama o de recurrir al maquillaje. Antes de ver la película, me parecía que la belleza de Boyhood recaería en dicha característica (y quizás muchos compartían el pensamiento), pero luego de verla, me quedó claro que el proyecto de Linklater era mucho más.
El soundtrack y la fotografía son geniales, y en conjunto con el guión y dirección de Linklater, crean esta obra de genialidad. No puedo decir que es una historia extraordinaria (por “extraordinaria” me refiero a la acepción original de la palabra, es decir “fuera de lo ordinario”) más bien, es su cotidianidad lo que le da el encanto a la trama de esta película que cuenta la historia de Mason, desde sus 5 años hasta que llega a los 18.
Es la historia de Mason, pero puede ser la historia de cualquiera de nosotros; es la vida común con sus altas y bajas, acciones y reacciones, de la niñez y adolescencia la que Linklater nos muestra en pantalla. Junto con Mason, evoluciona su familia, y la demàs gente entra y sale de sus vidas; hay cambios y hay que adaptarse a ellos.
Puedo decir que esta es una película para los nostálgicos que añoran su niñez pero también para aquellos que aman la vida y a lo seres humanos. No es una película para todos, definitivamente: le falta el suspenso, la acción desmedida o el punto de inflexión sorpresivo que muchos buscan cuando se sientan en el cine o frente a sus televisores; y sin embargo, la historia te mantiene atento gracias a su magnífico guión: quieres saber que pasará con Mason, su hermana, o sus padres divorciados, como si fuese un viejo amigo tuyo al que has visto crecer (quizás del mismo modo que los televidentes de The Truman Show fueron fieles al programa durante muchos años). Además, muchos hallarán en Boyhood una parte de sí mismos, algo con lo que identificarse, y les harà recordar cuando la cotidianidad de la sociedad no los había arrastrado a sus entrañas, y todo el mundo era nuevo cada dìa.
Yo le doy un 9/10 y los incito a que, si han leído hasta aquí y la película les ha llamado la atención, se den una vuelta por las salas mexicanas de su preferencia a partir del 1 de Enero y les prometo que no se arrepentiràn.
Les dejo el trailer, por si no confìan tanto en mi.
El jueves 11 de septiembre llega a las salas mexicanas The Boxtrolls, la nueva película de los creadores de ParaNorman (2012) y Coraline (2009), animada en stop-motion y basada en la novela Here Be Monsters del inglés Alan Snow.
La película sigue la historia de Eggs (o Huevo, en español), un niño criado por los boxtrolls, una raza de trolls que recolectan basura pero que están constantemente amenazados por Archibald Snatcher, un ambicioso cazador de trolls que busca liberar a la ciudad de Quesavilla de los boxtrolls, a cambio de un sombrero blanco que representa el derecho de sentarse con el concilio de hombres poderosos que degustan el queso más elegante de la ciudad. Eggs desconoce su naturaleza humana ya que desde que tiene memoria ha vivido con los boxtrolls, pero una noche sale a la superficie acompañado de sus amigos Fish y Shoe y conoce a Winnie, hija del prominente ciudadano que promete a Archibald su sombrero blanco, y ella le hace dudar de su identidad troll llamándolo niño.
Entre el cast de voz que aparece en la película en inglés tenemos a figuras queridas por muchos como Isaac Hempstead-Wright (o Bran Stark de Game of Thrones) interpretando a Eggs, Elle Fanning como Winnie, Ben Kingsley dando voz al antagonista Archibald Snatcher, e incluso Simon Pegg o Nick Frost. En el doblaje latino Huevo es interpretado por Emilio Treviño (Victor Frankenstein de Frankenweenie), Winnie por Melissa Gedeón (Liesel de The Book Thief) y Archibald por Juan Manuel Bernal (Runt de Chicken Little). La película, a simple vista, promete; pero ¿vale la pena?
Mi respuesta es: Sí, vale la pena. Al igual que las otras dos películas, la animación en stop-motion no tiene desperdicio, nos deleita la vista con unos personajes que parecen tener vida propia, y nos ambienta en un periodo oscuro parecido a las ciudades europeas del siglo XIX, efecto apoyado por el soundtrack de Dario Marianelli, que parece adecuado al ambiente general de la historia. La historia es en parte una crítica social, que además trata temas como la identidad individual, pero también es una divertida y vertiginosa aventura que, creo yo, tanto adultos como niños disfrutarán. Al menos yo la disfruté.
Observaciones finales: Si deciden ver la película (ya sea por la recomendación de éste su servidor o porque desean hacerse su propia opinión) quédense hasta después de los primeros créditos animados. La escena after-credits vale la pena.
Después de tanto palabrerío dejo a su alcance uno de los tráilers, en español: