Steve Jobs es una figura enigmática, pese a ser de sobra conocido. Sus lentes, su suéter de cuello de tortuga, sus jeans de mezclilla y tenis blancos formaron parte de su característico modo de vestir, el cual nos presentó a un hombre elegante en su sencillez y gusto por el diseño, elementos que traspasó a los productos de la compañía que fundó, y sin la cual el mundo de la computación no sería el mismo: Apple.
Su persona ha sido objeto de controversia, y su nombre se convirtió en leyenda a partir de su deceso. A pesar de llevar una vida alejada de los grandes reflectores, era conocimiento de muchos su desagradable comportamiento llegando a rayar a lo ofensivo, su obsesión por el trabajo y la perfección; así como ser un hippie de corazón, lo cual lo llevó a la tumba.
Sabedor de su fatal destino, le ofreció a Walter Isaacson escribir su única biografía autorizada. Poco tiempo después de su muerte, ésta fue publicada y rápidamente comprada para realizar una adaptación de la misma, la cual, cuatro años después, al fin ve su versión cinematográfica en la biopic Steve Jobs (no confundir con la mamerta película protagonizada por Ashton Kutcher).
Steve Jobs (2015) es una película de Aaron Sorkin. Exacto, del guionista, no del cineasta Danny Boyle. Pero posteriormente explicaré este punto.
Los créditos de la Universal dan paso a un video donde Arthur C. Clarke (autor de 2001: A Space Oddisey) habla sobre el poder que las computadoras tendrán en el futuro. Corte y estamos en Cupertino, año1984, previo a la presentación del Macintosh original.
La pantalla no dirá “Hello”. Es un error del sistema. ¡MIERDA! Funcionó ayer, antier y funcionó hace tres horas, ¡va a funcionar ahora! No funciona ahora, mejor nos saltamos esa parte. ¡JÓDETE! No va a funcionar ahora, no presentaremos eso. ¡Arréglalo! ¿Arreglarlo? [inserte risa nerviosa].
Han pasado solo 2 minutos. Michael Fassbender, para nada un reflejo físicamente fiel de Jobs, nos entrega una de sus interpretaciones más apasionadas y psicológicamente complicada en su ya larga y fructífera trayectoria. A este diálogo brutal vendrán casi dos horas de diálogos. Mordaces, sarcásticos, dolorosos, ingeniosos, patéticos… busca cualquier adjetivo y perfectamente describiría el estilo de diálogos de la cinta, todos directos de la mano del guionista Aaron Sorkin, quien al igual que en su anterior trabajo (The Social Network) toma la figura de un genio computacional, la deforma a su gusto y antojo, y nos brinda la historia de un hombre con todos sus matices, dramatizando la presentación de tres productos que considera claves para entender el concepto de Steve Jobs: la presentación del Macintosh original, el estrepitoso fallo del Next Cube, y su triunfal regreso a Apple en la presentación del Mac, sin el cual no tendríamos nuestros iPhones, iPads y más recientemente Apple Watch (y iPods, aunque ya lleven más tiempo muertos).
Contrario a la aburrida versión de Ashton Kutcher, aquí no se busca relatar el crecimiento de Jobs a la par del de Apple, de hecho, la presentación de los productos es una suerte de Macguffin. Lo realmente importante radica en mostrar tras bambalinas todas las acciones que llevaron a Steve Jobs ser el hombre que fue conocido. Sus desplantes a los empleados, las veladas amenazas que profanaba para salirse de la suya, su desprecio y posterior aceptación ante su hija (un punto central en la trama, en el cual logra volver a su humanización ante el enorme factor tecnológico de su estilo de vida), su burbuja de alteración de la realidad. Sí, todos los elementos de los que hablaba Walter Isaacson en su biografía están aquí, sintetizados, maquillados en los diálogos o directamente de la mano de flashback para poder contar todo aquello que no se puede mostrar en la presentación de los productos.
Aaron Sorkin habría logrado quedarse con todos los créditos de la historia de no ser por el impresionante trabajo actoral de la dupla entre Michael Fassbender y Kate Winslet. Son ellos quienes tienen la difícil tarea de traspasar las lineas del papel en diálogos y actuaciones creíbles, pues donde llega a haber pretensión por parte del escritor, Fassy y Kate lo vuelven humanamente creíble.
En cambio, el guión sí canibaliza el trabajo de Danny Boyle, quien en anteriores ocasiones ha demostrado ser un buen cineasta (Trainspotting, Trance) pero aquí se limita a cumplir con el encargo, aportando realmente poco en la puesta en escena y dejando que sean los diálogos y las actuaciones quienes marquen el ritmo de la cinta.
¿Es la versión definitiva sobre la vida del creador empresario? No, pero a falta de ver Piratas de Silicon Valley, Steve Jobs sí logra ser una perfecta aproximación del hombre detrás de los productos de consumo tecnológico masivo. Buen ritmo, buenas actuaciones, espléndido guión y una realización que cumple pero no aporta logran que Steve Jobs sea una cinta imperdible en esta temporada de premios. ¿Oscar para Fassbender? Una respuesta a la que respondo afirmativamente, salvo DiCaprio dicte otra cosa una vez vista The Revenant. Pero como una amiga en Facebook acertadamente dijo: “ay Fassy, ya ganó en mi corazón”.