Sherlock: The Abominable Bride | Muerto es el nuevo sexy.

En una oda máxima al fan service, cualquiera que haya seguido de cerca la carrera de Steven Moffat con Doctor Who tenía motivos para temer, ligeramente quizá, lo que nos brindaría con el espectacular (sí, así en mayúsculas y negritas) regreso momentáneo de Sherlock, la mini serie británica sobre el famoso detective de Arthur Conan Doyle, que por primera vez nos traería al personajes al Londres Victoriano donde están ambientadas sus aventuras.

(Sí, en esta entrada hay spoilers. Si aún no han visto el especial, regresen en noventa minutos).

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Tras un breve recuerdo de lo acontecido en las tres temporadas previas, Sherlock: The Abominable Bride nos lleva en un alternativo Londres Victoriano en el que el Doctor John Watson nos relata su nuevo trabajo para The Strand, que en sus palabras, ha sido el reto físico y mental más fuerte para Sherlock Holmes: La Novia Abominable, una mujer que durante el aniversario de su boda dispara a los transeúntes para finalizar su sufrimiento dándose un tiro en la boca. Un procedimiento estándar, nos diría Sherlock, pues qué peligro hay ante una mujer suicida. Ninguno, a no ser que dicha mujer se levante de la tumba y cobre venganza de su infiel marido, entre otros asesinatos.

Muchos se preguntaran si vale la pena llevar al personaje a su ambiente natural e icónico, pues si en algo ha destacado la versión de Moffat y Gatiss es en mostrarnos el desenvolvimiento de éste en un mundo actual. La respuesta la tienen un par de párrafos arriba: The Abominable Bride es un episodio divertido, lleno de diálogos ágiles y mordaces, montones de referencias que incluyen al fandom, el bromance de siempre, y por supuesto, ver nuevamente al gran némesis en acción.

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Y no, éste especial no es un punto y aparte en la narrativa de la serie -como lo serían, por poner un ejemplo, los especiales de Halloween de Los Simpson-, pues la presencia de Sherlock en este Londres Victoriano está plenamente justificada para dar respuesta a la gran interrogante que nos dejó ese cliffhanger de la tercera temporada: ¿cómo demonios logró volver James Moriarty de entre los muertos? La respuesta, claro está, viene de una tal Emelia Ricoletti, la Novia Abominable.

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A través de los casi noventa gloriosos y divertidos minutos, Sherlock no solo debe resolver el caso de la novia zombie encabronada, sino también descubrir el misterio de Moriarty, todo esto gracias al hábil manejo de dos lineas de tiempo paralelas, cuyo descubrimiento en la trama es fantástico y un perfecto blow mind. 

A su vez, y como ya es constante para el creador, se nos brinda una trama con toques de feminismo gracias a los momentazos gracias a la gran diversidad de personajes femeninos fuertes que reclaman su derecho a ser en una sociedad mayoritariamente machista. Tan brutal es el breve diálogo entre Watson y Hooper (“Increíble… Lo que uno tiene que hacer para progresar en un mundo de hombres.”) como tan divertido lo es la respuesta de Mrs Hudson a Watson y a Sherlock (“¡Soy su casera, no un recurso argumental!”).

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Mucho se ha discutido sobre el uso de drogas duras en este episodio para agilizar la agudeza mental de Sherlock, pero sabiendo que dicho uso es usado, y de forma un poco de veces más… cruel, por decir algo, en los libros, no veo problema alguno con ello. Sobre todo si tenemos en cuenta la enérgica reprimenda que tiene en ambas lineas de tiempo el personaje de mano de Watson, Mycroft y Mary.

Benedict Cumberbatch y Martin Freeman campan a sus anchas y se nota lo divertido que resulta volver al set, así como la maestría con que bordan a sus personajes, y ni hablar de Andrew Scott, quien como Moriarty nos demuestra lo desaprovechado que estuvo en Spectre. Aunque si algo negativo tiene en su haber dicho especial es la notable visibilidad de ambos actores, pues debido a ella no tendremos otra tríada de episodios hasta 2017.

A modo de conclusión, Sherlock: The Abominable Bride es un especial digno al legado a la serie, que en sus tres breves pero importantes temporadas nos ha mostrado que el clásico de Arthur Conan Doyle es un personaje capaz de reinventarse a sí mismo partiendo de las características conocidas de sobra gracias a las enésimas adaptaciones cinematográficas y teatrales del mismo. Un digno regreso a lo que ya conocíamos, contrario a cierto otro regreso cinematográfico über taquillero acaecido en diciembre pasado. Pero ya hablaremos luego de eso.

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