Al momento de pensar en Maze Runner: Prueba de Fuego, uno pudiera tener el pensamiento de estar a punto de ver una cinta cuyo propósito, fuera de llenar los bolsillos del productor en turno, es la nada despreciable búsqueda del entretenimiento barato. Inspirada en Prueba de Fuego y Cura Mortal, segunda y tercera novela de la saga Maze Runner de James Dashner, tenemos una cinta que, de la mano de la ciencia ficción y el tan de moda uso de los futuros distópicos busca llegar al Olimpo perteneciente a Harry Potter, Twilight y The Hunger Games. ¿Lo ha logrado?
Partiendo del guión de T.S. Newlin -mismo autor de la primera adaptación-, Maze Runner: Prueba de Fuego toma el mismo sendero establecido en el original literario, pero apartándose completamente de él y dandole un giro interesante a la historia. De esta forma, adapta elementos de Cura Mortal para enriquecer la, aceptémoslo, empobrecida y aburrida linea narrativa de su contraparte escrita.
Tras un breve flashback, la cinta arranca inmediatamente después del escape del laberinto. Thomas, Newt, Minho, Teresa y el resto de larchos son llevados a una base militar, donde se encuentran con los sobrevivientes a las distintas pruebas de laberinto organizadas por C.R.U.E.L., todo esto tras la búsqueda de una cura a LA LLAMARADA, un virus provocado tras una explosión solar que convierte a los humanos en Cranks (zombies).
Dado que Thomas seguramente se vio Game of Thrones, sospecha inmediatamente de la situación y emprende la huida hacia EL DESIERTO, un apocalíptico lugar repleto de cranks, buscando la sobrevivencia tanto al mortal virus como a las terribles amenazas de C.R.U.E.L.
Como espectador, es de agradecer la fusión de ambos libros en una sola entrega. Muchos fans se alarmaran ante este hecho, en una época donde se encuentran acostumbrados a adaptaciones al calco y finales divididos en dos partes. Afortunadamente no es el caso, pues en un notable ejercicio de adaptación, el guionista se permite tomar los mejores conceptos de James Dashner e ir entrelazando la narrativa bajo el peligro constante de C.R.U.E.L, la eterna búsqueda de una cura, pequeños fragmentos de vital información sobre el pasado de los protagonistas, nuevos personajes…; todo esto mientras el mundo se va al carajo.
Pero a pesar de que la cinta cuenta con un ritmo vertiginoso, mismo que captura la atención desde el primer momento, la atmósfera claustrofóbica y angustiante de la primer parte fílmica se pierde, diluyéndose constantemente por la tremenda carga de acción a la que se le ha dotado a la historia. Sí, es una cinta la mar de entretenida, pero las persecuciones a través de los diversos escenarios se pierden al no tener una razón dramática que la sustente, es decir, tenemos muchas set pieces -el escape de C.R.U.E.L., los ataques de los cranks, las tormentas– que no importan un carajo al no ser en absoluto diferentes a lo que hayamos podido ver antes.
En esto tampoco ayuda el soundtrack de John Paesano, pues a pesar de contar con temas interesantes -como ya lo hubiera hecho en Maze Runner y en Daredevil de Netflix- está enfocado a un lado más intimista, quedando relegado y perdiendo la oportunidad de lucir con ese tema base de la saga.
En cuanto a actuaciones, es de sorprender que Dylan O’Brien, quien realmente ha destacado actoralmente y opacando a todos los que se le ponen enfrente en Teen Wolf, aquí no tenga mucho más que hacer salvo poner cara de preocupado todo el tiempo. Aidan Guillen y Giancarlo Desposito, cumplen con sus papeles, aunque es curioso que la presentación de ambos personajes evoque -y constantemente- a sus actuaciones como Meñique en Game of Thrones y Gustavo Fring en Breaking Bad, respectivamente. Del resto del elenco, basta decir que cumplen con lo que les toca hacer, dado que el libreto tampoco les permite crecer a sus personajes.
El presupuesto se vio inflado en esta ocasión, y eso se nota en los decorados y en la puesta en escena en general, y aunque no tenemos criaturas en CGI como la anterior, si contamos con una escena muy chula durante una fiesta crank, con drogas, sexo (será el fin del mundo pero las putas no pueden faltar) y rock and roll en algo un tanto inusual en adaptaciones del género young adult.
Al final de la función, ya completamente ajena a lo que Dashner nos proponía en su novela, Maze Runner: Prueba de Fuego demuestra que se puede ser fiel pero proponer algo más allá de la linea base, sin embargo, a pesar de cumplir con ser una cinta entretenida, aún le falta un largo recorrido para llegar al Olimpo que anteriormente mencionaba. Tan buena y duradera como las palomitas previas a la función, es una cinta que vale la pena ver el fin de semana y esperar que el final de la saga cumpla con ser un digno cierre con una propuesta que desde ya se antoja más interesante por las lineas argumentales esparcidas a lo largo de esta segunda parte.
