La película Senderos de gloria (Paths of glory, 1957) del director Stanley Kubrick es considerada por muchos cinéfilos una de las mejores películas bélicas de la historia.
Una perfección fotográfica, actuaciones precisas y un cuidado de la música son algunas de las virtudes de esta gran historia bélica (o ¿anti-bélica?) Senderos de gloria cuenta la historia de un grupo de soldados que son enviados a consejo de guerra por no obedecer la orden suicida de tomar la colina.

La historia esta contada en tres actos, todos perfectamente cuidados en su forma y en duración, generando así una película breve, cualidad que Kubrick en general no poseía (por ejemplo, Espartaco dura 197 min.) este conjunto de duración y puesta en cuadro le da espacio fértil a la musicalización de Gerard Fried. La crudeza de las imágenes, aunque ficticias, resultan efectivas en provocar un espasmo emocional en la boca del estómago cuando la vez.
La película está basada en el libro del mismo nombre escrito por Humphrey Coob y producida por la compañía de Kirk Douglas, quien además es el actor principal de este filme y uno posterior del propio Kubkrick, Espartaco, película después de la cual, el actor terminaría un poco traumado por el director de quien diría “es un horrible ser humano”.

La clara oposición a la guerra de la película es manifiesta en sus elocuencia emocional. Lo más importante de la historia son los humanos y las consecuencias de una guerra que sienten incluso ajenas a ellos, la falta de esperanza de salvación por culpa de un superior terco e impasible. Todo esto de manifiesto en el juicio de guerra pero en particular en su escena final, una de las mejores de la historia. Con todos estos elementos, Senderos de Gloria de Stanley Kubrick es una de las mil películas que hay que ver antes de morir.
Dato curioso: Existe un juego de mesa basado en la película, es similar al Risk (o así me parece a mi) pero con batallones usados en la película.